Annukari es una saga de cuatro libros, aunque no excluyo que en futuro pueda haber un quinto.

Al principio la historia se centra sobre un pequeño detalle: la supervivencia de dos especies distintas que comparten un mismo planeta. Aparentemente tienen el mismo inevitable y fatídico destino, porque Traxia es un mundo que se muere, pero pronto se descubre que el tablero es mucho más grande y que los motivos de tanta destrucción son hasta plausibles Todo depende de la perspectiva.

Siguiendo las gestas de un soldado un tanto cabezota, muy asocial y con problemas con la autoridad y de auto-control que tiene una lista no indiferente de secretos, que él mismo desconoce, la historia se desarrolla en un escenario apocalíptico entre las luchas internas de los Tracios y una guerra larga cinco siglos con seres inmortales, los Annukari. No obstante, todo resulta ser un trasfondo por el verdadero protagonista: el amor. Los distintos personajes del libro nos enseñaran que no se trata de un sentimiento tan fácil de gestionar, no es simple percibirlo o aceptarlo y tampoco reconocerlo. A través de nuestro principal actor aprenderemos que este sentimiento no es algo natural, no se lleva dentro, sino que se aprende.

El romance entre dos enemigos mortales asombrará, pero no tanto porque ambos se enamoraran de su peor rival, sino porque, por naturaleza o por genética, ambos pensaban de no poseer semejante emoción. La voluntad férrea de sobreponerse a la propia bestialidad o de deslumbrar un futuro distinto, respecto al qué les espera, es la dorsal de toda la historia y nos empujará a leer para saber más.

El amor, cómo un hilo conductor, serpentea a lo largo de esta saga e infecta o purifica los distintos personajes a veces cambiándoles para mejor, a veces para peor. Pasional, carnal y hasta violento, o tierno y virginal, en algunos casos entre el mismo sexo, en otros con el sexo opuesto, el Amor es un sentimiento cambiante, que se transforma y pero que siempre triunfa, también cuando es negado, rechazado y controvertido. Será un sentimiento que nos confirmará que no se trata de un espejismo, del engaño ingenioso de la naturaleza por salvar a las especies más débiles. Se trata de un sentimiento real y sólo hay que reconocerlo, aceptarlo pese a las diferencias.

Creo que hasta aquí me dejé llevar por mi romanticismo innato, pero siempre he creído que el “innato” sea algo escrito en nuestro genes y es así qué, a través de la genética particular del protagonista, cuestiono si, al fin y a cabo, no somos todos genéricamente programados por desear lo mismo: amar y ser amados. La mano oculta, que desde el principio decidió el rol de Shan en mis libros, puede que sea la misma que también ideó, creó y cultivó nuestra especie en Gæa.

Quizá haya un poco de Shan en todos nosotros, honrados y valientes, pero a igual de marionetas inconscientes ejecutamos un plan decidido milenios, eones antes de la formación del ser humano cómo especie por entidades supriores que puede que nunca veremos y nunca llegaremos a entender. Al fin de la cuenta nuestra capacidad de entendimiento es limitada porque así nos diseñaron.

Nos creemos importantes y el centro del Universo, pero en realidad somos muy pequeños y este concepto es un poco el sumo de la saga. Cada uno cree que le han asignado el papel del protagonista, pero luego todos tienen que moverse cómo comparsas.

En los primeros dos libros el ritmo de la narración viene compasado por el instinto de supervivencia, cómo individuo, cómo poblado y cómo especie y aún así no será posible salvarse sin unir las fuerzas. Los objetivos primarios suelen cambiar constantemente, pero cuando dos grupos diferentes dejan de luchar entre sí por un objetivo común, es inevitable perder algo de la propia identidad en virtud de ese cambio. Annukari y Tracios deberán dejar de pensar en términos de dos especies separadas e identificarse en un único organismo viviente capaz de evolucionar, para convertirse en una mejor versión de ellas mismas. Sin embargo averiguaremos que las dos especies no son tan diferentes entre sí. Encontramos las mismas luchas de clase en la Corte de los Tracios así cómo en la Corte Annukari, un feminismo atávico enfrentado a un machismo consabido, el poder religioso, el poder monárquico, el poder burocrático y el poder del pueblo, cada uno siempre afirmando su potestad.

El enfoque de la novela cambia y se agranda cuando Shan sale de los esquemas, cuando toma consciencia y despierta. Entonces todo cambia y en el tercer libro sabremos por fin la verdad.

Anna Bay